La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 10 de noviembre de 2012

El "cementerio alegre"



Nuestra costumbre cuando llega el día de Todos los Santos y de Difuntos, es visitar y rezar por nuestros familiares y amigos difuntos, a la vez que les llevamos flores. El cementerio es uno de los lugares donde tenemos enterradas a aquellas personas que nos dieron la vida, las alegrías y los consuelos. Ellos son nuestros Fieles Difuntos.

Cierto que el cementerio se llena de flores  con su peculiar colorido. Lo que no me podía imaginar, es lo que pude contemplar en mi último viaje a Rumania. Fuimos a ver “El Cementerio Alegre”. ¿Puede ser que al visitar a nuestros padres y familiares y amigos que nos dejaron en esta vida, nos pongamos “alegres”?

Fue una visita verdaderamente agradable, por su ambiente colorista, sus escritos en la lápidas, los cuales daban razón de la muerte de cada persona allí enterrada.

Los orígenes del Cementerio Alegre, están vinculados con el nombre de Stan Ioan Patras, un artista local que esculpió las primeras lápidas. Auténticos trabajos manuales propios del artesano más experimentado. En 1935, Patras talló el primer epitafio y, a partir de 1960, más de 800 de esas cruces de madera de roble estaban a la vista. Actualmente este proceso continúa haciéndose totalmente a mano por los discípulos del visionario artista, creando escuela y tradición.

El Cementerio Alegre, esta en la aldea de Sapantza, en lo que llaman el condado de Maramures y como he dicho, sus tumbas son pintadas al estilo naïfs. En cada una de ellas encontramos dibujadas y esculpidas en un bajo relieve el personaje allí enterrado. Tienen un escrito, en forma poética, explicando  cuál era su trabajo, sus preferencias o en otros casos una revisión de su vida. Los hay que relatan cómo se produjo su muerte, y en uno de los casos da consejo a los jóvenes.

Es un camposanto no convencional, cuyos epitafios irónicos, en muchas ocasiones, fueron capaces de arrancar una sonrisa a los que escuchábamos las lecturas y explicaciones de nuestra guía rumana. Con escuetas frases, como hemos dicho irónicas, se percibe rápidamente la personalidad del difunto. Son referentes a anécdotas de su vida, a rasgos particulares, o a detalles de cómo murió.

Algunos epitafios curiosos que el visitante puede encontrar en el Cementerio Alegre dicen: "Aquí descansa mi suegra, si hubiera vivido otro año más, yo ocuparía su lugar"; "Arde en el infierno, maldito taxi que viniste de Sibiu. Con todo lo grande que es Rumanía… ¿No pudiste encontrar otro lugar donde pararte? ¿Tuvo que ser frente a mi casa, para matarme?"; "Aquí yace mi mujer, fría como siempre"; "Aquí yace mi marido, al fin rígido".

Un accidente de un joven bebido que conducía su  coche: Recomienda  a sus amigos de la “pandilla” a no hacer como él y les pide que conduciendo no hay que beber. Una hilandera, que no se pierda la tradición de este bien hacer, pues en momentos difíciles de la economía se pueden sacar unos “dinerillos”. Una viejecita es recordada por sus “tortitas” y su ayuda a los pobres. El lechero explica cómo hay que hacer el buen queso y avisa, que con la leche, no hay que pasarse con “el agua”.

Acompañados los epígrafes de representativas ilustraciones, todo ello da como resultado una particular y respetuosa atmósfera humorística que demuestra que la última morada no tiene por qué ser algo tan tétrico ni tan lúgubre. La característica inusual de este cementerio es que se aparta de la idea en las sociedades europeas de la muerte como algo solemne. Se han hecho conexiones con la cultura Dacia, cuyos principios filosóficos postulaban la inmortalidad del alma y la creencia de que la muerte era un momento lleno de alegría y esperanza para una vida mejor.

Sapantza es un pueblo en el que la relación de los vivos con la muerte, es bastante particular. Allí se ha eliminado el tabú a la muerte que impera en nuestros días. También el resto del pueblo tiene una arquitectura característica. Casi todo está hecho de madera esculpida. Es todo un mundo etnográfico con sus iglesias, casas, tejados puertas…

Las Iglesias todas de madera, con característicos campanarios delgados y con alturas de unos cuarenta metros, hechas con troncos gruesos sin haber utilizado un solo clavo o vigueta de hierro, y que se construyeron durante los siglos XVII y XVIII, y que por dentro han sido pintadas con escenas bíblicas, todas ellas Patrimonio de la Humanidad.

Ha sido un bonito viaje que nos hace descubrir otras formas de ver la vida, y aunque la vida del turista, “es muy sacrificada” lo hemos pasado fenomenalmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario