La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 20 de agosto de 2011

Creación del hombre


El Museo Vaticano tiene ya más de quinientos años.
   
A todos nosotros nos llena de satisfacción el ver una obra de arte de arquitectura, pintura, música…, y nos llena de gozo el constatar como ahí donde la Iglesia se arraiga, surge y florece el arte en sus varias manifestaciones.
   
Cuando nos adentramos a la historia, vemos como la Iglesia ha demostrado estar dotada de un fabuloso poder de encarnación. Así en todo momento ha estado abierta al mundo en que se encuentra y se realiza, y nunca ha vuelto la espalda a la problemática de las generaciones.
   
La Iglesia accede a los valores humanos de cada tiempo, se abre hacia las cosas todas, por el camino de lo mistérico. No precisamente por interés cultural, ni mucho menos por imposiciones de una moda. Su actitud es una actitud de encarnación. La Iglesia atrae hacia sí, y eleva a un orden absolutamente inasequible a la estricta posibilidad humana, la realidad toda del mundo del hombre. Cristo confía a la Iglesia esta tarea de trascendencia.

sábado, 6 de agosto de 2011

¿Sólo turismo?


Estaba yo en mis dos últimos cursos en la Escuela Superior de Bellas Artes, y todo lo que conocía de Monumentos Artísticos estaba en la ciudad de Valencia y en los libros.

Los días transcurrían  en el año 1964. España se abría a Europa y la “moda del auto-stop” me llevo a Madrid, Cáceres Trujillo, Lisboa, Fátima, y desde allí a Santiago y toda la costa del Cantábrico. Fue un éxito.

Al año siguiente y a las puertas de entrar en el Seminario de Vocaciones tardías de Sevilla, seguí la experiencia y en julio del 65, el deseo de “conocer arte” se desarrolló en el sentido religioso, y en la precariedad de la economía seguí con el “auto-stop”. Milán, Turín, Venecia, Bolonia, ¡ROMA!