La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 23 de junio de 2012

Mi Camino de Santiago


Otro día os contaré mi experiencia, en la realización del Camino a Santiago pero hoy quiero deciros lo siguiente.

En estos días de junio, son muchas las personas que programan su aventura del Camino. Cuando recuerdo el Camino de Santiago, tengo una grata sensación de lo que los jóvenes hablan de “tener mono”. El Camino Francés es ¡una maravilla! Y mi recorrido de hace diez años desde Roncesvalles me trae gratos recuerdos.

Debemos saber que el Camino Francés, documentado ya en el siglo X, tiene dos accesos diferenciados —el del Camino Navarro y del Camino Aragonés— que, procedentes de Canfranc y Roncesvalles, se unen en Puente la Reina.

El primer testimonio, recogido en un manuscrito de la abadía riojana de San Martín de Albeada, se remonta al año 951 y se refiere a la peregrinación realizada por Gotescalco, obispo de Puy. Durante el siglo XI Compostela se consolida como uno de los tres grandes focos de la cristiandad, compitiendo con Roma y con Jerusalén. Gracias al avance de la Reconquista y al impulso del obispo Diego Gelmírez, en 1095 el Papa Urbano II declara “sede apostólica” a Compostela, e inicia la construcción de la catedral.

sábado, 9 de junio de 2012

Pequeños (grandes) recuerdos (V)


El viaje en un Fiat chincochento conducido por el sacerdote Andrea fue toda una odisea, sobre todo porque en aquellos días no existía la “autoestrada” y todo era carretera nacional. Salimos al amanecer de Venecia. Las paradas de rigor, cada dos horas y media. Pasamos cerca de Bolonia y la carretera nacional nos dirigió a Florencia.

Aquí vinieron mis dudas. Seguir a Roma o bajar en esta preciosa ciudad. Mis recuerdos de estudios en Bellas Artes, hicieron luz en Miguel Angel, con su David, la capilla de los Médicis, el Beato Angélico y  Botticelli con el Nacimiento de Venus.

Se lo comenté a don Andrea y le agradecí la doble atención: traerme a Florencia y dejarme junto a la famosa plaza del Duomo. Allí nos despedimos, no sin antes darme él toda la bolsa de comida que llevábamos para los dos (cuando a los cuatro días llegue a Roma, lo visite, y tras insistir, le invite a un precioso Tartufo en la Piazza Navona).

¡¡¡Que decir!!! Allí estaba yo en Florencia. En estos momentos solo me quedan los recuerdos. En aquella época no tenia ni una “mísera cámara fotográfica”.