La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Deseos de paz para Siria


No hay día, que en toda la prensa, no se den noticias sobre los problemas del pueblo sirio. Estas "primaveras árabes" nos darán a conocer experiencias positivas para unos, pero la gran tragedia es que el pueblo siempre sale perdiendo en los enfrentamientos armados.

¡Que días aquellos en que un grupo de amigos realizamos un viaje por Siria, visitando Damasco, Alepo, Hama, Homs y, entre otras, la famosa Palmira!

Recuerdo que en Damasco al entrar en la gran y más preciosa de las mezquitas —llamada de los Omeya— nos sorprendió ver la tumba de San Juan Bautista, donde se conserva su cabeza. ¿Cómo es posible que un personaje como San Juan Bautista, esté venerado y reconocido dentro de una mezquita?

La mezquita está situada en la ciudad vieja de Damasco, y después de la conquista árabe, fue construida por el califa omeya Walid I en el año 705, sobre la catedral bizantina, dedicada a Juan el Bautista desde la época del emperador romano Constantino I.

¡¡¡Os cuento!!!

En un viaje a Estambul, la antigua Constantinopla, entramos en la calle peatonal de Taksim, en la iglesia católica de San Francisco. Al entrar vi con sorpresa que algunas chicas musulmanas estaban depositando la ofrenda de unas velas a San Antonio. ¿Por qué? Razón bien sencilla, pues la tradición dice, que San Antonio es intercesor para conseguir un buen novio y luego casarse. ¿Pero por qué unas chicas musulmanas estaban en esta iglesia católica?

Los musulmanes creen que Jesús es un profeta de Israel y que Mahoma así lo entendió cuando el ángel Gabriel se lo revelo. Si Jesús es profeta, y reconocido por Mahoma, resulta que San Antonio es un amigo del profeta, y al ser un santo tiene influencia y puede interceder.

Algunas citas del Corán:

A Jesús le envió Alá, que lo apoyó con el Espíritu Santo, para comunicar al mundo la voluntad de Alá  (2, 87; 5. 110-117 *).
Alá le dio al mundo a Jesús, lo exaltó sobre todo otros, y lo apoyó con el Espíritu Santo como la prueba de su soberanía (2, 253 *)
Alá causó el nacimiento milagroso de Juan el Bautista (su padre Zacarías  anciano y su madre estéril para que Juan pudiera ser el mensajero para anunciar a Jesús como el Mesías (3, 33-41 *).
Alá eligió a María  para ser la madre virgen de Jesús, el Mesías (3, 42-45; 19, 12-22; 21, 90 *).

Volvamos a San Juan Bautista.

El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte de San Juan Bautista:

Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos. Porque Juan le decía a Herodes: “No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano”. Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto.
Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".
La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella dijo: "Pide la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".
El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura
(S. Marcos 6,17).

El cristianismo a partir de la Resurrección de Jesús  se extendió por la cuenca del Mediterráneo y llega a Siria gracias a la evangelización de la comunidad regentada por Ananías y posteriormente animada por la predicación de San Pablo, y la tradición manifiesta que la cabeza de Juan fue llevada posteriormente por los Esenios a Damasco.

Son momentos difíciles para Siria, y es nuestro fuerte deseo que reine la sensatez y nos queda la esperanza, que llegará en su momento la tan deseada paz.

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