La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 18 de febrero de 2012

Cuaresma, en estos tiempos


Esta tarde está cayendo sobre Valencia un gran “chaparrón” y hace frío, pero junto a mi amigo Germán nos estamos tomado un “chocolate calentito” o como él dice “un chocololo”. Es momento de leerle estas letras que os remito para todos vosotros.

Twitter, Facebook, Internet, blog, prensa, radio, televisión… Éstos son unos tiempos de máxima difusión  de las ideas, por el uso generalizado de los medios de comunicación social, pero es curioso el silencio que estos medios imponen de ciertos conceptos que les resultan poco gratos. Por ejemplo, para el ser humano actual, que digiere muchísima información, no existe la palabra “tentación”, y mucho menos la palabra “pecado”. Sin embargo, la realidad tentadora y pecaminosa ¿no sigue ahí, hoy como ayer?

El tiempo de Cuaresma ha sido siempre un tiempo de una especial vivencia de fe para el cristiano. Ha sido vivido como un tiempo penitencial. Sus signos externos así nos lo manifiestan. Era la época del año en que los cristianos vivían con más fuerza y vigor su fe.

Algunos dicen que la Cuaresma ha perdido fuerza. Que las razones son muchas, pues se entiende la vida cristiana como un esfuerzo más continuado, como algo que hay que vivir todos los días. Las formas concretas como se vivía la Cuaresma pertenecían a coordenadas culturales diferentes.

Ahora bien, yo lo que pienso es que nosotros no podemos violentar el diccionario llamando bueno a lo pecaminoso, o quitándole importancia. Comencemos cayendo en la cuenta y aceptando que el progreso material no ha cambiado la naturaleza humana haciéndonos inmunes a las fuerzas del mal moral. ¿O es que ya no sentimos el imán de lo prohibido, que tira de nosotros desde el exterior o desde la quintacolumna del interior? Por eso la solución no es silenciar la tentación, sino vencerla.

Pero hay una constatación más que hacer: el ser humano de hoy ha perdido el sentido del pecado. Si la Cuaresma ha sido un tiempo de superación del pecado, y hoy el hombre no constata la realidad del pecado en su vida, la Cuaresma como tiempo religioso ha sido herida de muerte. Pero no, para nosotros los cristianos, esta Cuaresma del 2012 debe de ser un tiempo de reflexión. La Cuaresma tiene orientación hacia la Pascua, misterio central de nuestra fe cristiana. Al comenzar la Cuaresma todos estamos llamados a vivir una profesión de fe en Cristo, centro de la humanidad en busca de Dios.

Jesús resume toda la experiencia humana. Resume la antigua alianza y anuncia lo que deberá vivir la Iglesia. Israel fue tentado de infidelidad y sucumbió. Jesús permanece fiel a la fidelidad de Dios. El tentador se le encara como experto en Escritura. Jesús le responde con un discernimiento lúcido y fiel a la palabra revelada. La Iglesia sufre siempre la tentación de no ser fiel a esa palabra. ¿Cómo conservar la lucidez y fidelidad en el remolino de opiniones contradictorias dentro de la Iglesia? ¿Dónde buscar el verdadero pan de la palabra? ¿Cómo servir lealmente al Evangelio en lugar de poner el Evangelio al servicio de las propias ocurrencias? Son preguntas a las que responde Jesús: sólo a Dios se puede adorar. A él sólo hay que servir.

Adán sufrió un delirio de grandeza pensando ser como Dios. Jesús renuncia consciente al ejercicio de un poder mágico para comportarse simplemente como el servidor fiel, como un humilde hijo de Adán. Por ser hijo de Adán, todo hombre se ve envuelto en una lucha dramática. Por ser hijo de Dios por el bautismo de Jesús, debe enfrentarse decididamente al mal con la misma voluntad que Jesús mismo.

Enfrentarse y aceptar la condición humana es reconocer nuestra propia limitación, nuestros riesgos y la necesidad de la lucha día a día, sabiendo que la victoria definitiva no está en la propia autosuficiencia, ni puede venir del dominio del universo, sino sólo de Dios, creador del universo,

Aceptar que el único liberador es Jesucristo es un profundo acto de fe.
 
Al terminar de leerle estas letras a Germán constaté que mi chocolate se había enfriado, pero en un minuto el microondas lo puso a punto...

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