La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 6 de agosto de 2011

¿Sólo turismo?


Estaba yo en mis dos últimos cursos en la Escuela Superior de Bellas Artes, y todo lo que conocía de Monumentos Artísticos estaba en la ciudad de Valencia y en los libros.

Los días transcurrían  en el año 1964. España se abría a Europa y la “moda del auto-stop” me llevo a Madrid, Cáceres Trujillo, Lisboa, Fátima, y desde allí a Santiago y toda la costa del Cantábrico. Fue un éxito.

Al año siguiente y a las puertas de entrar en el Seminario de Vocaciones tardías de Sevilla, seguí la experiencia y en julio del 65, el deseo de “conocer arte” se desarrolló en el sentido religioso, y en la precariedad de la economía seguí con el “auto-stop”. Milán, Turín, Venecia, Bolonia, ¡ROMA!


En Roma conocí al buen estudiante y sacerdote, bien recordado D. Juan Agulles, y al inquieto sacerdote  y estudiante  a la vez que gran  conocedor del arte y los profetas del Antiguo Testamento D. Vicente Collado.

El Concilio Vaticano II estaba terminando. Los ojos se me abrieron “como platos.” ¡Qué gran experiencia!
   
Este origen me ha dado la ilusión por conocer, y disfrutar del turismo, al ver que otras personas disfrutan, que son capaces de convivir de gozar en compañía de personas de la parroquia y descubrir nuevas amistades.

Somos muchas las parroquias en toda Europa y en el mundo que organizan este tipo de turismo.

Son muchas las personas que me dicen: “viajar con una parroquia me da seguridad.” Matrimonios, señoras y otros muchos que ponen su confianza en que la parroquia les ofrece este otro servicio, y le están agradecidos.

El turismo que organizan las parroquias no es por intereses económicos; es una labor más de encuentro, y dar respuesta a muchos feligreses que “poco a poco” recogen sus ahorros y quieren disfrutar de unos días de turismo, algo que en estos días se ha creado como una forma más de vida lúdica y de desarrollo de los conocimientos de culturas y diversidad de artes.
   
Leía yo, que los lugares sagrados de Tierra Santa fueron "descubiertos" por Santa Helena, ni más ni menos que la madre del Emperador Constantino, que hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio Romano de entonces (siglo IV).

Ella creyó encontrar el sitio exacto del sepulcro de Jesús, en el lugar donde la tradición oral decía que había sido enterrado, y que venía siendo lugar de oración en los primeros tres siglos de historia cristiana.

Podríamos ver aquí el germen de lo que hoy llamamos "turismo religioso" y que mueve millones de personas.

Estoy totalmente convencido que el viaje central para un cristiano, es visitar Tierra Santa, pues tiene como finalidad primera, el conocer y pisar el escenario de la Redención. Es un gran gozo vivir esta Salvación en cada lugar donde todavía se respira el aire de la presencia de Jesús, se escucha el eco lejano de sus palabras y se actualizan cada uno de sus “signos”
   
Es ésta, una experiencia, que vivida como peregrinación nunca se olvida. La fe crece y uno es capaz de escribir “su propio quinto evangelio.”
   
La Historia de la Salvación tuvo como escenario original una tierra, una geografía, unos pueblos y ciudades concretos que, con toda propiedad, pueden ser llamados “la Geografía de la Salvación”.
   
Luego vendrán otros viajes como son Roma, Asís, el Valle de Göreme con las iglesias de los Padres Capadocios en Turquía, la Tumba de San Juan Bautista en la Mezquita de de los Omeyas en Damasco, la fascinante experiencia del Camino de Santiago, la visita al románico en el Pirineo, y tantos y tantos lugares donde podemos encontrar las huellas, de múltiples seguidores de Cristo, que nos han dejado sus testimonios.

Todavía hoy mi cantimplora esta ½ llena y estoy preparando una escapada para poder disfrutar de la maravillosa creación en Noruega, como son Los Fiordos.

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