La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 23 de julio de 2011

La compañía de un libro


Siempre que me voy de viaje en mi mochila pongo un libro, y pienso en mis adentros “no tendrás tiempo de leer”, pero el libro viene conmigo de viaje, pues siempre hay un rato que te llena la lectura.

Hoy parece que esta, no digo de moda, pero interesante, leer sobre el mundo Cátaro, de hecho hay gente que me pide que hagamos un viaje al País de los Cataros, esto es a Rocamadur, Carcassonne y sus cercanías de Montauban.

La lectura siempre es animadora del espíritu, y prueba de ello es que vas a un gran almacén y encuentras que hay una salita de audición acogedora llena de gente oyendo buena música y con un libro en la mano. Aquello parece casi un ceremonial sagrado. Bajas al metro, te sientas en un autobús de línea o en esos otros que callejean las ciudades y ves lectores de largas novelas entreteniendo el trayecto como si trataran de recobrar el tiempo perdido, aunque no lean a Cervantes que ya les queda lejos.


Imagino que todos cuantos gastan una buena parte de su vida en trasladarse, llevan las manos libres y quieren amueblar su inteligencia, dedicarán también alguna sesión de casa a leer, habrán ido haciéndose una pequeña biblioteca y, aunque hayan sido atrapados por el ordenador, o por el libro digital, aún guardarán un respeto cultural por el libro, el libro de lomo y hojas de papel.

Circulan por ahí porcentajes acerca de lectores y lecturas, sobre el tiempo que dedican a leer, la cantidad de libros que compran o leen, y las cifras no resultan muy halagüeñas. Son demasiadas las asechanzas a las que se enfrenta un lector, las trampas que interpone un ocio cada vez más visual, que parece que caminamos al fin del mundo, del mundo de los libros se entiende.

Nadie sabe lo que va a pasar en el futuro, pero sí lo que ha pasado: que la radio no apuntilló a la prensa, ni la televisión al cine. Por eso también se cree que el ordenador no va a terminar con el libro y mucho menos con la lectura, aunque la prisa por un lado y la pereza por otro tengan bastante culpa de algunas peligrosas distracciones.

Habrá nuevos formatos de libro en pantalla. De hecho, hay nutridísimas bibliotecas virtuales de libros clásicos, de literatura religiosa, enciclopedias, un fondo millonario de datos y de textos. La Biblia también está al alcance de un clic de ratón. Es decir, que los lugares de lectura no se circunscriben al sofá, ni a la mesilla de noche, ni al traqueteo de un medio de comunicación.

Personalmente, pienso que cualquier medio de lectura, no digo que es interesante, sino necesario.

Quiero terminar destacando a un escritor que últimamente me ha acercado más a los libros y en las tapas de sus libros dice así:
Jesús Sanchez Adalid, nacido en 1962, es de Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Colabora habitualmente con Radio Nacional de España, Nacional Geographic/Historia, y Vida Nueva. Como ya habréis descubierto ejerce de sacerdote en una parroquia de la diócesis de Badajoz.

Su libro El Mozárabe me fascino. La luz del Oriente, la ley de un tirón y entre otras El alma de la ciudad, me hizo buscar el resto de sus libros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario