Durante estos días
de la Pascua, mi amigo Germán me comentaba, que tenía un grave problema. Su nieto recibirá la
Primera Comunión dentro de unos días y su hija que está divorciada, no sabe qué
“hacer con el padre de su hijo”. ¡El rompimiento del matrimonio fue traumático!
¿Qué pasará en la celebración? ¿Nos sentamos en el mismo banco?
Recuerdo que leí,
no hace mucho tiempo, una carta que suelo utilizar para cuando me viene algún
caso parecido, y que le ha dado algo de luz a mi amigo Germán, a su hija y a algunos
feligreses.
Mira Germán, la
primera comunión es para tu nieto un gran día. Va a ser admitido por primera
vez a la comunión de la mesa eucarística en la comunidad cristiana. Esto
representa una gran fiesta para la comunidad y para la familia. Todos se
preparan largamente para ese día, tanto en la catequesis como en la preparación
de los festejos. Todos queréis que resulte una gran fiesta en la iglesia y en
casa.
Nunca, en su vida
consciente, se ha encontrado tu nieto tan en el centro de todos. Es una fiesta
para él y anticipa su alegría con ilusión. A veces esta ilusión queda nublada
por tensiones e inseguridades. Una de las causas puede ser el divorcio de tu
hija, como es ahora tu caso.
Probablemente los
padres se han hecho algunas de estas preguntas, y yo les digo lo siguiente a
estos padres con estos problemas:
¿Cuál es el papel
de ambos padres en la preparación de la primera comunión (por ejemplo en las
reuniones que se convocan)? ¿Qué pasa en la celebración: quieren/pueden sentarse
en un banco como padres o prefieren mantener distancias? ¿Cómo os portareis en
la celebración familiar? ¿Queda uno de los padres excluido? ¿Ha producido la
separación tensiones también entre las dos familias? ¿Quién es invitado y quién
no? ¿Habéis llegado a un acuerdo respecto a los regalos que recibirá vuestro
hijo, o ha habido celos y rivalidad? Los niños se dan cuenta de tales tensiones
entre el padre y la madre. Y eso podría estropearles la fiesta.
Para evitar esto,
podríais reflexionar sobre algunas sugerencias que pueden contribuir a la
distensión entre vosotros, padres separados.
- Acordaros que es la fiesta de vuestro hijo. En los temas espinosos intentar mirar el problema con los ojos de vuestro hijo. Así puede ser que os acerquéis a una solución.
- Como vuestro hijo ya es mayorcito, puede aportar algunas ideas sobre cómo entiende él el día de su fiesta. A esto pertenece también la pregunta de saber a quién quiere invitar a su fiesta, por ejemplo, padrinos, abuelos, parientes de la familia del padre o la madre separados. ¿Es posible aceptar los deseos de vuestro hijo?
- ¿Podéis ser generoso? ¿Estáis preparados para aceptar y tolerar los proyectos, ideas, deseos del niño y también los de la otra parte? ¿Estáis dispuestos a dominaros, dejar de lado enfados, heridas y quejas, para no estropear la alegría del niño?
- ¿Estáis preparados par reconocer lo positivo que tiene la otra parte separada?
- ¿Qué grado de convivencia es posible por razón del niño, sin que se origine ningún conflicto?
Es de gran ayuda
sentarse con tiempo, como padre y madre, para hablar de la fiesta. Los niños
respiran al ver cómo el padre y la madre se esfuerzan por entenderse. En una
fiesta así, quieren la mayoría de los niños que estén presentes tanto el padre
como la madre. ¿Es eso posible entre vosotros, en la iglesia y en la fiesta
familiar?
Si el padre o la
madre tienen ahora otra compañía, su presencia es tal vez pensable si los niños
conocen a la otra persona desde hace tiempo y se ha establecido una relación.
Pero en el caso de que la presencia de esa otra persona pudiera suponer una
provocación, es mejor prescindir de su presencia este día.
También conviene
hablar de cosas muy prácticas. ¿Quién se sienta junto a quién? ¿Es posible
sentarse a la misma mesa según qué personas? ¿A quién toca estar al lado del
niño en la foto recordatorio: sólo el padre, sólo la madre, los dos, los otros
familiares?
A veces hay que
hablar antes de la fiesta con los parientes e informarles del acuerdo a que
hayan llegado el padre y la madre y pedirles que, en aras de una fiesta, se
debe conservar la paz.
En el caso de que
en algún punto no puedan ponerse de acuerdo, podéis acudir al sacerdote o a
alguna institución de consulta familiar en busca de consejo.
Si conseguís, a
pesar de la separación o divorcio, hacer posible, como padre y madre, una
hermosa fiesta eclesial y familiar para vuestro hijo, eso quedará como un buen
recuerdo en la memoria del hijo y de vosotros.
La verdad es que
estoy impaciente y espero que me cuente mi amigo Germán como ha transcurrido la
Primera Comunión de su nieto.
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