sábado, 29 de octubre de 2011
El mes de las almas
Nuestros mayores, nos decían que septiembre era el mes de la cosecha, que octubre el mes del Santo Rosario y noviembre el “mes de las almas”. Quizá esto del mes no tenga tanta actualidad, pero en éste hay fechas muy señaladas.
¿Quién no se acuerda en estos días de noviembre de algún ser querido, muy cercano a la familia, o un amigo o vecino que nos han dejado, y nuestra fe los quiere situar junto a la gloria del Padre?
Lo que sí tiene actualidad y se mantiene viva, es la Fiesta de Todos los Santos, aunque su celebración sea distinta o adquiera otras fisonomías en la gran ciudad o en los pueblos, y por supuesto entre nuestros mayores y los jóvenes.
sábado, 15 de octubre de 2011
Todos somos hijos de Dios
Regresábamos en barco, desde Génova a Barcelona, después de un viaje por Austria y con muy buen tiempo, en la cubierta conversaba con mi amigo Germán tomándonos un té fresco.
Mi amigo estaba inquieto, pues tiene el problema de una nieta que su hijo no quiere bautizar. Germán es un hombre de Iglesia que al quedar viudo y pensionista se apuntó a los cursos de teología del Instituto de Ciencias Religiosas, y ahora es oyente de ciertas asignaturas en la Facultad de Teología.
Me comenta Germán que su hijo, que estudió en los Salesianos, le dice que “cuando sea mayor que lo pida, pues hay compañeros que así lo hacen y de esta forma nos ahorramos la fiesta, y si la niña el día de mañana nos pide la Comunión, todo junto, y menos gastos”. “Mi hijo ni se da cuenta de mi sufrimiento interior” —comenta Germán.
sábado, 1 de octubre de 2011
¡Canta, Jerusalén!
Todos los años me gusta —porque lo necesito espiritualmente— realizar una Peregrinación a Tierra Santa, el País de Jesús, con un grupo de feligreses y amigos. Hay alguno que ya ha estado con nosotros varias veces, pues dice que es allí donde realiza su vivencia de fe y revive su quinto evangelio, con su cercanía a la tierra y paisaje que pisó, y vio El Señor.
Estos días en las lecturas primeras de la Santa Misa escuchamos cómo el pueblo de Israel, por deseo del Rey Ciro, regresa a su tierra tras vivir las desgracias del exilio por Nabucodonosor. Por fin regresa un grupo de judíos a reconstruir el Templo.
Cuando regreso a Jerusalén viene a mi mente el Salmo 123, un cántico de acción de gracias entonado por toda la comunidad en oración que eleva a Dios la alabanza por el don de la liberación y el regreso a la Tierra Prometida.
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