La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 16 de abril de 2011

Mi cantimplora siempre está medio llena


Cuántos de nosotros al acercarnos a la Semana Santa, las fiestas más importantes de nuestra vivencia cristiana, nos sentimos molestos o tristes al ver que algunos de nuestros feligreses aceptan participar en la gran oferta de Cruceros, de estancias en la nieve, o bien unos días en la montaña. Se olvidan del gran acontecimiento de Jesús.

Nosotros debemos trabajar sin desfallecer. Nos cuesta entender los caminos del Señor. Queremos construir la Iglesia como una familia desde nuestros planes. Nos damos de frente con poderes que no dejan paso al proyecto del Evangelio. Pero el Señor sigue siendo la novedad de la humanidad y de nuestros pobres caminos creyentes. El Señor se encarga de prender la llama de la vida en un puñado de gente sencilla que nos da esperanza y nos llena de alegría.


Seguro que estos días tendremos junto a nosotros a los de “corazón sencillo” a la señora Isabel, a Joaquín, que siempre llega tarde a misa, a Maruja, la cual esta un poco sorda y no oye como llora su nieto en el cochecito, mientras el resto de la feligresía gira la cabeza hacia ellos.

Pero… qué bien han entendido algunos las palabras de Jesús: «Alegraos», «no tengáis miedo». Cómo nos van transmitiendo en los quehaceres del día a día esa paz que va poniendo confianza en la relación y en los pequeños pasos. A veces nos parecen tan frágiles que no los creemos.

Con este saludo Jesús Resucitado salió al paso de María Magdalena y la otra María. Ellas corrían impresionadas a decir a los discípulos aquella noticia que les llenaba de alegría: «Ha resucitado».

Con este saludo quiero comunicaros a todos la alegría que tanto necesitamos, y rezamos por todos nuestros feligreses que estos días saben disfrutar en otros lugares, y rezamos por todos para que regresen felices a su hogar, y los esperamos al domingo siguiente en nuestra Eucaristía.

Que la alegría de ver al Señor nunca os abandone y sea vuestra fuerza en los afanes y proyectos de cada día. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

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